La atención al detalle y la precisión en la reproducción de las características del animal son admirables. El escultor tardó 40 días en recrearlo en un tamaño real.
Carlos Uruzola tiene 34 años, es oriundo de La Cruz y en el último tiempo entendió que necesitaba revalorizar el concepto de las segundas oportunidades, ya que se dedica a crear esculturas con materiales reciclados y con diseños propios.
«Me piden obras de toda la Argentina y del extranjero. Hay esculturas mías en Estados Unidos, Barcelona, España y en Puerto Rico», comentó con emoción el artista en diálogo con República de Corrientes.
Uruzola comenzó diseñando cosas pequeñas, pero en la actualidad decidió aumentar el desafío. Por la alta demanda de sus obras por parte de personas de diferentes países que lo contactan por redes sociales, trabaja solo en base a pedidos.
Entre sus esculturas más destacadas, se encuentra un caballo de tamaño real y tres hombres gigantes de 4 metros de alto con herramientas en sus manos (pala, pico y martillo), que representan a los trabajadores ferroviarios. Este pedido fue hecho por la Municipalidad y se encuentra en la entrada de la localidad de Juan E. Torrent.
Asimismo, creó un carpincho de tamaño real. Tiene 1,20 metros de largo, 70 cm de alto y entre 30 y 40 cm de ancho. La representación fue hecha con materiales metálicos, es una muestra de la habilidad y creatividad de este joven. La atención al detalle y la precisión en la reproducción de las características del animal son admirables.
La obra se ha convertido en un punto de interés en la zona, atrayendo a curiosos y amantes del arte. Es un ejemplo de cómo el arte puede enriquecer un espacio y crear un sentido de comunidad.
«El capibara me encargó un particular de Zárate que vive en un barrio privado y lo terminé en 40 días. En tanto, el caballo me llevó 3 meses y un león, 4 meses, todos en tamaño real. También construí la figura de un bombero de 2 m de alto que lo hice para Alvear y una pareja de abuelos para el hogar de adultos mayores en Santo Tomé», destacó.
«Gracias a Dios tengo mucho trabajo, todas son obras encargadas. Es increíble cómo mis obras reciben buena crítica, no solo de la gente de mi pueblo o de la zona, sino de otras partes del mundo. Cada vez que publico un trabajo nuevo en mis redes, la gente no tarda en comentar o darle like y me escriben por privado para felicitarme», resaltó.
«Estar vivo, tener salud y además poder vivir de algo que me apasiona es una bendición. El mes pasado fui nominado para representar a Corrientes en los Premios Iberá», enfatizó.
«En ocasiones, el proceso de cada obra puede ser horrible, frustrante y tedioso. Me provoca ansiedad, estrés y lucho conmigo mismo, la veo, me voy, al rato la vuelvo a mirar y no me gusta nada», contó entre risas el escultor y agregó: «Soy muy crítico conmigo mismo. Armo y desarmo varias veces».
«Para llegar al resultado final tuve que enamorarme del proceso. Una vez terminada la obra me siento a observar y me enorgullezco de lo que hice. Lo más lindo de ser artista es la libertad para crear. Es todo sin molde, todo es a ojo nomas, a prueba y error», aclaró Uruzola.