Petrona, María José, Lorena y Griselda contaron a Radio Dos sus penurias de ahora, por la lluvia, y las de siempre, por la pobreza. Los niños tendrán que compartir la cama y dormirán de a cuatro o cinco en un solo colchón “porque está todo mojado y hay que amontonarse”.
Piden lo que necesitan, tímidamente. Lo básico: colchones, frazadas y alimentos para los chicos.
Petrona, de 78 años, tragedia mediante, se ríe y bromea todo el tiempo. En medio del relato sobre lo que no tiene y lo que le falta, también cuenta sobre las acciones solidarias de sus vecinos.
Mario Risso le pregunta sobre su vida y la doña responde en poquísimas palabras: “A veces tengo y a veces no tengo”.
“Soy jubilada, pero parece que nuestro sueldo ya está por irse al carajo, porque no alcanza”, dice mientras se ríe y detalla cómo hace para subsistir: “saco libreta en doña Marcela, a veces tiene y a veces no tiene, ella me ayuda y a veces también me ayudan los vecinos”.
A Petrona le sale naturalmente mencionar algún que otro gesto solidario de la gente del barrio. “Ahora se me terminó el gas también y a veces tomo cocido nomás, y sino, ando por casa ajena haciendo mi comida”.
“Llovió y no me fui más a buscar la garrafa, porque es muy resbaloso y ya me caí y me golpee la cadera”, dice y agrega que “no puedo salir con este tiempo y por eso estoy necesitando fideos, carne y eso, porque no tengo nada”.
La historia de María José, madre de cinco niños, no es muy distinta.
“Se me mojó la cama, el colchón, las frazadas, toda la ropa de ellos y no tienen uniforme para ir mañana a la escuela, no los voy a mandar, porque las zapatillas y la mochila también están mojadas”, detalló a Radio Dos.
Dice luego lo que hará para enfrentar estos nuevos problemas. “Los colchones están mojados, así que voy a poner a los chicos juntos, a los cinco en una cama. Van a dormir todos juntos”.
“Hasta que no salga el sol y todo se seque, ellos no van a tener la otra cama”, expresó, casi convencida de que no hay más vuelta que darle al asunto.
En el mismo barrio, el agua pasa frente a la casa de Lorena a modo de “cascada”. También tiene cinco hijos, la mayor de 20 años y la más chica de cinco.
“Sufrimos esto cada vez que vienen tormentas fuertes. Tratamos de refugiarnos en un solo lugar para que los chicos no se mojen y no les agarre viento, para que no se enfermen, porque la sala nos queda lejos”, relata la mujer.
Asegura que hace lo que puede con lo poco que tiene. “Me arreglo con la Asignación nomás y mi marido es ladrillero”.
Lorena pide camas, colchones y frazadas “para los chicos”, y cuenta que en estas situaciones entre los vecinos se ayudan.
Los niños de Griselda, también duermen en una sola cama, pero no por la lluvia, sino desde siempre.
“Los chicos tienen una sola camita, donde duermen cuatro y ahora se mojó toda”, se lamenta y pide ayuda porque necesita: una cama, un colchón, frazadas y mercaderías.
“No tengo trabajado, subsistimos con la ladrillería de mi marido y la Asignación (AUH), pero no nos alcanza, porque ahora con este tiempo, no se hace nada en el obraje”, detalla en coincidencia con las demás.
A modo de muestra, Griselda contó que hoy comieron “arroz hervido y a la noche tomaremos un jarro de cocido nomás y con eso nos amañamos”.
Rodeadas de agua, tras la tormenta de ayer, subsisten con la Asignación Universal por Hijo, son madres a la espera de asistencia para mejorar sus condiciones de vida, aunque la mayoría ya casi no espera. Se amaña, nomás.
Fuente: Radio La Dos.