Diego Luis Reartes hace algunos días recordaba la crudeza de la guerra que vivió en Malvinas, quizás el mayor de los terrores que creyó que pudo haber experimentado alguna vez en su vida. Sin embargo, lo peor para él estaba por llegar.
El miércoles por la noche salió a hacer las compras para preparar la cena. Cerca de las 20 regresó a su casa, bajó algunas bolsas de su camioneta y allí fue abordado por un grupo de delincuentes que lo sorprendió, a punta de pistola, y le exigieron que les abriera la puerta de su hogar.
El instinto de Reartes fue pensar inmediatamente en su mujer, Blanca, que sufre una discapacidad motriz, y se negó a dejarlos pasar. Ese fue su final. Los criminales, sin mediar palabra, lo remataron de un tiro en la cabeza y lo dejaron tirado en la calle Dorrego al 100, en la localidad de Muñiz, San Miguel. Los asesinos, por su parte, escaparon en un Citroën Picasso sin robar nada.
“A Diego lo mataron como a un perro”, lamentó Oscar, un vecino del barrio, amigo de la víctima.”Que el homicidio no quede impune, porque asesinaron a una buena persona. Diego se negó a dejarlos pasar, prefería que lo mataran antes de que entraran en su casa, donde estaba su mujer Blanca, que es discapacitada”, agregó.